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segunda-feira, 12 de outubro de 2009

POR QUE O BRASIL SEDUZIU O MUNDO?


El milagro del Companhero
http://www.quepasa.cl/articulo/15_1069_9_2.html QUÉ PASSA CHILE
Por: Lorena Rubio
A un año de terminar su mandato, el éxito de Brasil no se entiende sin Lula. Convertido en una suerte de rock star, sobre él se prepara una película -la más costosa en la historia de ese país- y sus discursos tienen miles de visitas en YouTube. Y aunque los analistas internacionales advierten sobre el aumento del déficit fiscal y la ausencia de reformas trascendentales, Lula ya es un héroe nacional.
Fecha: 10 10 2009 Sección: Mundo Comentarios: 6

Desde el pueblo y para el pueblo
Lula da Silva suele cometer errores lingüísticos cuando improvisa, pero no por ello deja de hacerlo. Por el contrario, se le reconoce su gran oratoria y despliegue ante las multitudes. Hijo de campesinos analfabetos del norte de Brasil -la zona más pobre de ese país-, se puso sus primeros zapatos a los siete años; trabajó de lustrabotas a los 12 años y a los 14 entró como aprendiz en una metalúrgica. Su trayectoria encarna la de su propio país y ha procurado dar a conocer su historia marcada por carencias, la lucha por los derechos de los trabajadores, las persecuciones políticas y cárcel que sufrió. Algunos lo han comparado con el polaco Lech Walesa, quien surgió como dirigente sindical y se convirtió en presidente. El matiz es que mientras el polaco culminó con casi nula aprobación política, Lula se encamina a despedir su gobierno en medio de vítores. Su sello, como el de Michelle Bachelet, con quien tiene gran sintonía, es el de la protección social.
La astucia del companhero
Como viejo líder sindical, el gobernante brasileño suele tratar a la gente como companhero. A los habitantes de su país también les gusta llamarlo companhero Lula, cuestión que todavía sigue causando escozor en algunos sectores de la sociedad. Y si bien su origen y trayectoria son los de un típico hombre de izquierda latinoamericano, es atípico: se reconoce que carece de una ideología maciza. "Él no tiene una formación de izquierda clásica. No leyó a Marx, Lenin o Trotsky", cuenta a Qué Pasa la autora de su única biografía autorizada, Denise Paraná. Su libro Lula, El Hijo de Brasil será la base para la película sobre la vida del jefe de Estado, que se estrena en enero y que costó US$ 10 millones. La periodista, quien trabajó con Da Silva cuando éste era líder sindical de los obreros metalúrgicos, afirma que la verdadera mentora intelectual de Lula fue su madre, Doña Lindu, que planteaba que las cosas "debían ser repartidas entre todos" y quien se hizo cargo del pequeño Luiz y sus siete hermanos, cuando su padre partió a São Paulo.
Los índices de popularidad demuestran que su cercanía con las clases más desposeídas ha surtido efecto. En noviembre de 2008, en plena crisis, su aprobación llegó a 70%. Las últimas cifras -de septiembre de este año- iban entre el 67% y 69%. Tras la designación Río de Janeiro como sede de los JJ.OO., experimentará un alza mayor.
Obstinación a toda prueba
"Él acostumbra a decir que fue muy bueno que no hubiera ganado las elecciones en 1989, porque habría hecho un gobierno pésimo", dice Denise Paraná. Su popularidad y poder político pasaron de nulos a apabullantes. Como líder de los trabajadores metalúrgicos realizó en 1980 una huelga de 41 días, que lo hizo conocido en todo el territorio. Ese mismo año fundó el Partido de los Trabajadores (PT). Las primeras elecciones abiertas de presidente en Brasil -tras 20 años de gobiernos militares y uno de transición encabezado por José Sarney- se realizaron en 1989. Lula obtuvo el segundo lugar, detrás de Fernando Collor de Mello. Éste renunció, luego de un escándalo, en 1992. Su mandato fue completado por Itamar Franco, cuyo ministro de Hacienda, Fernando Henrique Cardoso, puso en marcha el Plan Real que terminó con la inflación crónica de Brasil.
En octubre de 1994, Lula se presentó por segunda vez como candidato a presidente. Volvió a perder contra Cardoso, quien obtuvo la victoria por derrotar la inflación. Lula compitió nuevamente en 1998: consiguió el 32% de los votos y Cardoso fue reelecto. Finalmente, asumió la Presidencia de Brasil en 2003, con el mayor número de votos de la historia democrática brasileña (52,4 millones), alcanzando el 61% de los sufragios.
Inclusión y paz social
En este punto no hay dos posturas. La política social de inclusión trajo beneficios internos y también en el plano internacional a Brasil.
"Es indudable que su énfasis en profundizar la acción social del Estado generó apoyos políticos para su administración", dice Vladimir Werning, del banco estadounidense JP Morgan. El embajador de Chile en Brasil, Álvaro Díaz, coincide en esta apreciación: "Brasil se transformará en una potencia a contar de la próxima década, tanto por su expansión económica como por su política de inclusión".
Sus primeros programas, apenas asumió la Presidencia en 2003, fueron concretos: Hambre Cero, de escaso impacto -por una falta de seguimiento y porque los escándalos tuvieron en jaque al gobierno-, y Bolsa Familia. Este último es uno de los factores que explican la actual movilidad social de la sociedad brasileña. El programa, alabado por organismo internacionales, consistía en pagarles a familias de escasos recursos la salud y educación. Rindió frutos. Se estima que en los últimos siete años, 30 millones de personas en ese país -con una población que ronda los 200 millones- dejaron la pobreza. La mayor cohesión ha impedido el surgimiento de estallidos sociales de magnitud, aun cuando los "Sin Tierra" -surgidos también en el norte- protagonizan cada cierto tiempo protestas.
Orden en las cuentas fiscales
El pragmatismo es una de las características que resaltan todos quienes conocen al jefe de Estado. La mejor prueba de ello es el continuismo en la política fiscal aplicado rigurosamente en sus dos períodos en el Palacio Planalto, sobre todo en la primera de sus administraciones.
Alberto Ramos, analista senior de mercados emergentes de Goldman Sachs, lo resume de la siguiente forma: "Estuvo 20 años defendiendo medidas que difieren radicalmente de las que ha implementado como presidente". Porque si bien no hay grandes reformas impulsadas por Lula, en los círculos internacionales se destaca la baja en la inflación; una política de acumulación de reservas internacionales y por otorgar mayor autonomía al Banco Central. Esto lo ha hecho respetable en el mundo financiero global.
El nombramiento de Henrique Meirelles -un técnico de sensibilidad de derecha- a la cabeza del ente emisor, fue otra muestra de su pragmatismo político.
Y aunque en su círculo prefieren hablar de un líder que sabe conciliar "mercado y justicia social", en el mundo político fue comentado su giro socialdemócrata a fines de los 90. "Después de cuatro intentos, en su cuarta apuesta presidencial, él moderó su discurso, haciendo guiños al FMI, lo que le permitió alcanzar la magistratura", asegura un funcionario de gobierno chileno.
En 2001, Da Silva estableció una alianza con el empresario y candidato liberal, José Alencar, lo que le permitió aumentar su votación en la derecha y salir electo al año siguiente.
La suerte necesaria
No todo ha sido método y esfuerzo. El momento que vive Brasil -y su jefe de Estado- tiene bastante de suerte. Para Alberto Ramos, la situación global ayudó a todas las economías emergentes, incluida la de Brasil. "El mundo cambió muy favorablemente: los precios de los commodities se dispararon, la liquidez mundial era abundante, y la economía registró un periodo de cuatro a cinco años de crecimiento sólido, uno de los ciclos de expansión más largos desde la posguerra". Todo esto antes de que estallara la crisis, obviamente. También ayudó el fuerte consumo de los países de Asia. Pero para ser justos, el analista de Wall Street afirma que además de suerte, Lula tuvo la visión de no cambiar un modelo que funcionaba: "Reformó poco, pero tuvo mucha suerte con un entorno externo favorable, y acertó al no cambiar un modelo que funcionaba. Es más: lo profundizó", precisa Ramos. Especialmente en su segundo mandato, Lula ha creado un sistema de monitoreo de políticas públicas, que ha permitido seguir las iniciativas de corte social, con reuniones periódicas con los ministros de las distintas carteras.
Boom de la clase media
Cuando Lula asumió el poder, la clase media representaba el 42,5% de la población. Hoy, más de la mitad de la población pertenece a ese estrato. Uno de los mayores poderes adquisitivos en ese país está en este segmento, que ha disparado el consumo interno a tasas históricas. La adquisición de celulares, televisores e, incluso, automóviles, era terreno vedado para sectores importantes de la sociedad brasileña. Hoy, en cambio, las familias de este grupo ganan entre US$ 700 y US$ 3.000 según un estudio de la Fundación Getulio Vargas y tienen acceso a cierto comfort. Otro fenómeno económico-social de la era Lula es el mejoramiento en la calidad de vida de las ciudades del norte del país.
El hombre de Obama en América Latina
El presidente de Estados Unidos se ha referido a Lula como "su hombre" en la región. Y no es sólo un asunto de simpatía. No es un misterio que para la Casa Blanca, el gobernante brasileño opera como "contrapeso" a la influencia de Hugo Chávez. La cercanía con Washington ha llegado a tal punto que algunos reportes aseguran que una vez que deje el Palacio Planalto, Lula podría convertirse en el próximo presidente del Banco Mundial. Su influencia ha trascendido las fronteras latinoamericanas: uno de sus mayores esfuerzos ha sido lograr un asiento para su país en el Consejo de Seguridad de la ONU. También ha procurado influir cada vez más en el G-20. Además, luego de décadas de ser receptor de ayuda internacional, su país es uno de los donantes del FMI (este año aportará US$ 10.000 millones).
No todo lo que brilla... déficit y mayor burocracia
En Wall Street reconocen los logros del jefe de Estado, pero no dejan de ver los fríos números. "La prudencia en la política fiscal del inicio de su administración se perdió en los últimos años", advierte Vladimir Werning, quien afirma que son varios los que miran con inquietud cómo se ha incrementado el déficit fiscal en el país de la samba. Alberto Ramos agrega el aumento de la burocracia estatal, a la cual se le han destinado enormes recursos, sin redituar en eficiencia. Además, varios recuerdan los escándalos de corrupción que sacudieron a la administración Da Silva entre 2005 y 2006, que costaron, incluso, la caída de uno de sus ministros. Por eso, los últimos hechos le otorgaron a Lula más que un nuevo aire, la oportunidad de culminar su mandato -que finaliza en octubre de 2010- con altos índices de popularidad y sin la presión de no haber realizado los cambios, como una reforma tributaria y la modernización del aparato estatal.

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