REDES

sábado, 11 de abril de 2009

Roth: Retrato do escritor indignado


Philip Roth: Retrato del escritor indignado
A los 75 años, el autor de El lamento de Portnoy, que lo convirtió en una celebridad de las letras estadounidenses, vive en una antigua casa de madera en una colina en Connecticut. El novelista que supo ser un rey en Manhattan, rodeado de admiradores y adulones, se dedica aún a lo que ha llamado "terrible ambigüedad del yo". Habla de su reciente novela, Indignación, en la que narra los recuerdos inducidos por la morfina. Junto con esta nota, el enfoque de Luis Chitarroni sobre su obra.


RETRATO. Philip Roth nació en 1933 en el seno de una familia de segunda generación de judíos, "antes de las medias con bombacha y la comida congelada", dice. Ese año Hitler llegó al poder.

Era el último fin de semana del verano cuando viajé hasta el noroeste de Connecticut para reunirme con Philip Roth. La apartada casa de madera gris del novelista, construida en la época de la revolución, se encuentra sobre una colina, al final de un tranquilo camino rural, a varios kilómetros del pueblo más cercano.La alta figura que sale de entre los manzanos a saludarme lleva buzo y pantalón de jogging gris. Mi primera impresión es que Philip Roth se parece tanto a un juez de la Suprema Corte de licencia como a uno de los escritores más admirados del país.Según sus propias palabras al comienzo de El escritor fantasma, uno podía "empezar a comprender por qué esconderse a 400 metros de altura en las montañas con la única compañía de los pájaros y los árboles quizá no era tan mala idea para un escritor, judío o no... Pureza. Serenidad. Simplicidad. Aislamiento. Toda la concentración y la extravagancia y la originalidad reservadas para la vocación agotadora, enaltecida y trascendente". Como su personaje principal Zuckerman, Roth parece haber pensado: "Así es como voy a vivir".Caminamos por la fresca hierba hasta una especie de tienda de gasa con sillas en su interior donde Roth y sus invitados pueden disfrutar de la conversación a salvo de los insectos. Entrar a esta burbuja es como ingresar en el sector de puertas afuera de la mente del escritor."Empecemos a trabajar", dice Roth, recostándose en su reposera para indicar que la entrevista ha comenzado. Esto suena informal pero la verdad es que todas las conversaciones con el autor de El lamento de Portnoy están sumamente controladas: las preguntas deben enviarse por adelantado; la transcripción es luego revisada; todo bajo la mirada vigilante de agentes y publicistas.En la espesura de la literatura norteamericana, Philip Roth es una gran bestia tan fabulosa como el hipogrifo, rara vez avistada, nombrada con respeto y motivo de chismes disparatados y a veces indignados. Desde Portnoy, ha soportado el tipo de atención que podría llevar a alguien a buscar la soledad o a la paranoia: incesantes chistes autocríticos, una persistente lluvia de hostilidad y la mirada escrutadora y envidiosa de escritores menores. Ahora, cincuenta años después de comenzar a escribir, el autor de La contravida y Pastoral americana podría estar de acuerdo con Peter De Vries, quien observó sobre la vida literaria estadounidense que "uno sueña con la diosa Fama... y termina con la puta Publicidad".Esta casa de Connecticut representa al Roth íntimo y contemplativo. Su departamento de Nueva York auspicia algo más público. Allí, como ha escrito su biógrafa literaria Hermione Lee, "salir con Philip Roth en Manhattan es como salir con Luis XIV en Versalles: el rey está en su reino". El escritor mismo dice que su deseo de exposición se encuentra en algún punto intermedio entre la reclusión de J. D. Salinger y la auto-publicidad del último Norman Mailer.Oscilando entre lo público y lo privado, Roth es hoy una celebridad literaria tan grande como cualquiera de estos dos contemporáneos. Comparada con la de sus pares, y con la de casi cualquier escritor estadounidense de importancia, la producción de Roth es asombrosa para un hombre de más de 70 y con 29 libros en su haber. "Paso la mayor parte del día en mi estudio", dice. "Vuelvo a casa cada noche como volvería un obrero de la fábrica de ficción: 'Ya llegué, querida'". Salvo que ahora no hay ninguna "querida" en casa. Divorciado de su segunda mujer, Claire Bloom, en 1993, Roth vive totalmente solo.En otra época, vivía aquí todo el año pero, con la edad, los inviernos le resultan demasiado brutales. Pero, ya sea en la ciudad o en el campo, se apega al horario de trabajo que siempre ha observado, mañana, tarde y noche, 365 días al año.Ahora está más solo que nunca. "Todos mis amigos de por aquí han muerto", dice. "¿Richard Widmark? Dick murió hace dos meses. Arthur Miller murió; vivía a media hora de aquí. Y también Bill Styron." La muerte, señaló una vez W. H. Auden, es como el retumbar de truenos lejanos en un picnic. La lista de amigos de Roth le dice que el picnic está llegando a su fin, que la muerte anda rondando, esperando. "Parece colarse en un libro tras otro", expresa. "Creo que nadie salió vivo de mis últimos cinco libros.""Tengo 75 años, un número extraño," dice. "Es un extraño descubrimiento, para mí, al menos. Cuando uno es joven no va a un entierro cada seis meses."El lugar de Roth en las letras estadounidenses no es sólo una cuestión de antigüedad o productividad. La secuencia de novelas, hábiles exploraciones del pasado reciente de su país, que comenzó en 1997 cuando Roth promediaba los 60 –edad en que muchos escritores se contentarían con descansar en sus laureles– constituye un inusual retrato que ha sido aclamado por los críticos a ambos lados del Atlántico: Pastoral americana, elegía sobre la vida familiar estadounidense ambientada en la era de la guerra de Vietnam; su duro retrato de Eve Frame en Me casé con un comunista (1998); La mancha humana (2000); El animal moribundo (2001); La conjura contra América (2004); Everyman (2006) y finalmente su despedida de Zuckerman, Sale el espectro (2007).Y esto no es todo. Su último libro, Indignación, acaba de salir. Roth sabe que es corto, y posiblemente algo ligero. Con sus 230 páginas, Indignación narra los recuerdos, inducidos por la morfina, del joven Marcus Messner, un conscripto herido de muerte en la guerra de Corea. Messner morirá en las últimas páginas de la novela y no es claro en qué medida la evocación es póstuma o febrilmente imaginada al borde de la muerte.Con humor, Roth dice que el libro está entre una novela corta y, "una palabra peor", una novelita. "La editorial la llamó novela. Me dijeron que era mejor usar la palabra 'novela'." En reposo, la expresión de Roth puede ser severa, incluso intimidante. Cuando sonríe, todo se ilumina y, por un momento, el mundo parece un lugar más amable.En la literatura estadounidense, la "novela póstuma" es un recurso poco frecuente. Roth se apresura a reconocer que no es original y señala que Memorias póstumas de Bráz Cubas del escritor brasileño del siglo XIX Joaquim Maria Machado de Assis, emplea el mismo punto de vista narrativo. La verdad es que no es del todo exitoso, aunque la prosa parece intacta. Pero a Roth no le preocupa. "En el sueño que le produce la morfina, no sabe dónde está e imagina que está muerto... Si eso es ambiguo, también está bien."De todos modos, la verdadera preocupación de Roth en Indignación es explorar el mundo de un chico judío, nacido y criado en Newark en los 30 y los 40, un joven que huye de sus padres sobreprotectores para inscribirse en una facultad de artes liberales lejos de su casa y llegar a la mayoría de edad en los Estados Unidos de los 50, un joven curiosamente parecido, en su aspecto exterior, al mismo Roth.A esta altura los lectores asiduos del escritor exclamarán con un suspiro "¡Otra vez!" ¿Pero qué esperaban? El problema de Roth es que él es la persona más interesante que conoce y con total desenfado reconoce su extraordinaria singularidad. Roth, como dice Martin Amis, "es de alguna manera excesivamente único. Es él, él, él". Sentado aquí, bajo el sol de la tarde, instintivamente se presenta como un personaje, casi en tercera persona. "Soy como un viejo," dice, como si no estuviera del todo dispuesto a aceptar que pudiera serlo. Sus amigos confirman que no hay nadie tan competitivo consigo mismo como Roth. Del mismo modo, si hay alguien que ha glorificado a Philip Roth y su leyenda es él mismo. Lo que le interesa, escribe en Decepción, "es la terrible ambigüedad del 'yo', la forma en que un escritor hace de sí un mito y, en particular, por qué". Un lugar donde se podría comenzar es el de sus orígenes.Philip Roth nació en el seno de una familia de segunda generación de judíos, "antes de las medias con bombacha y la comida congelada", dice, en el año en que Hitler llegó al poder, 1933. Las sensibilidades de Roth siempre quedarán marcadas por los temas y el ritmo de la "década vil y deshonesta" en que nació, pero igualmente influyente fue su medio ambiente: una comunidad judía de clase media baja de Newark, Nueva Jersey, una ciudad suburbana.Después de sí mismo, su tema es la gran república herida. En Los hechos, escribió: "Cuesta imaginar que alguien inteligente que hubiera crecido en los Estados Unidos después de la Guerra de Vietnam pueda haber tenido, como los jóvenes adolescentes inmediatamente después de la victoria sobre el fascismo nazi y el militarismo japonés, nuestro inequívoco sentimiento de pertenecer al país más grande de la tierra". Hoy, contemplando los 50 desde una perspectiva post-Bush, refuta esto diciendo: "Nunca hubo una edad de oro". Sin embargo, es un momento de la historia estadounidense que domina la breve narración de Indignación.La Newark de la infancia de Roth era "aún mayormente blanca", pero ya estaba en decadencia, lo cual quizá podría explicar por qué sigue tan apegado a ella. Hoy la ciudad es casi totalmente negra, con un alcalde negro y las aflicciones ciudadanas de la criminalidad asociada a las drogas. Newark y su estilo de vida marcaron profundamente a Roth. Al escritor y a Paul Auster, también nacido allí, les gusta especular sobre la posibilidad de hacer una peregrinación literaria a sus raíces. Roth dice, medio en broma: "Tendríamos que ir acompañados de un policía. Es muy peligroso". Indignación comienza en Newark y exalta su vitalidad étnica con un atronador crescendo: "La Newark trabajadora, cruda, coimera, semi-xenófoba, irlandesa-italiana-alemana-eslava-judía-negra."En la vejez, le disgusta el extremismo urbano, pero de joven lo disfrutaba. Roth ha dicho de su experiencia adolescente que tenía que ver con "nuestra agresión, nuestro salir de casa para adentrarnos en Newark, de a tres o cuatro, vagar por las calles de noche, las chicas, ir tras una cita a un lugar de reunión llamado Syd's en la avenida Chancellor y contar nuestras historias sexuales... Apetito. Quizá esa sea la palabra. Eran los apetitos los que eran agresivos".En este invernadero verbal, frustrado y competitivo, el joven Roth incubó la voz desenfrenada y cómica que estallaría en la conciencia estadounidense con el "lamento" de Portnoy. El carácter judío de la vieja Newark también moldeó a Roth de otra manera. A través de las diferentes fases de su vida literaria, hay un hilo conductor que une a los personajes y que a muchos lectores les resulta intensamente atractivo. Quizá fue esta herencia psíquica la que lo llevó a jactarse de "mi buena suerte al haber nacido judío". "Es una experiencia complicada, interesante, moralmente exigente y muy singular," dice, "y eso me gusta."El típico protagonista de Roth, que aparece nuevamente en Indignación, es dolorosamente inteligente y sobreprotegido. Esteta instintivo, está dividido entre la mente y el cuerpo, el sexo y la razón, la familia y el yo, el deseo y el deber. Mártir de la neurastenia, esta angustiada figura es atormentada por mujeres imposibles (incluso locas), padres arrogantes y, lo peor de todo, una conciencia culpable. A través de los años, Roth ha sido criticado por las feministas y ahora rechaza la sugerencia de que hay cierta veta de locura en todas sus mujeres de ficción."Veamos," dice con ecuanimidad. "En Sale el espectro, no hay ninguna. Allí hay dos mujeres cuerdas. En Everyman, las mujeres son todas cuerdas. Hay una que está loca en Cuando ella era buena (1967) y otra en Mi vida como hombre (1974). Creo que, proporcionalmente a la población, tengo el número correcto de locas."Las novelas de Roth practican una brillante disección del enloquecido carrusel de las pasiones. En combinación con la química volátil de su temperamento, su judaísmo y una indefinible incomodidad de clase media baja frente a ese gran innombrable, las clases sociales estadounidenses, parecen haber engendrado bastante rabia, para usar un sinónimo menos elegante que "indignación". "Rabia", "venganza", "aspereza" son palabras que aparecen por todas partes en el paisaje de la obra de Roth. Ahora, quizá, promediando los 70, ha habido cierta dulcificación. La "indignación" de su nuevo libro quizá sea "la palabra más bella de la lengua inglesa", pero proviene del himno nacional chino. Como Marcus Messner, Roth tuvo en la escuela primaria profesores de izquierda que, además de canciones patrióticas, enseñaban a sus alumnos marciales cánticos de propaganda china.En la obra del novelista siempre hubo cierta seriedad moral. Pero entonces descubrió el costo de explorar su condición de judío y quizá esta sea una de las fuentes de aquella rabia. En abril de 1959, un cuento publicado en The New Yorker, "Defensor de la fe", ofendió a tal punto a algunos lectores judíos al sugerir que un soldado judío podía aprovechar las sensibilidades judías de un comandante judío para asegurarse un trato preferencial que intervino la Liga Anti-Difamación de B'nai B'rith.De repente "Philip Roth" era tema de habladurías en la sinagoga y motivo de discusión en los hogares. Durante gran parte de la década de 1960, se lo declaró traidor a su pueblo, se lo denostó y condenó por ser algo peor que un antisemita.Claro está que todo este alboroto tribal no fue nada comparado con el escándalo que suscitó El lamento de Portnoy, publicado a fines de los 60. La novela, que lo convirtió en una celebridad, es un libro icónico que cambió todo, lanzándolo de cabeza a un mundo de curiosidad pública banal. Esta novela disfrazada de confesión fue un best-seller instantáneo. Tomada por miles de lectores estadounidenses como una confesión disfrazada de novela, colocó a su autor en el centro de la escena. Allí está desde entonces.A mi insinuación de que quizá inconscientemente había buscado la indignación con El lamento de Portnoy, tras su experiencia con el complejo de persecución judeo-americano, responde: "No tengo ningún sentido del público, al menos cuando escribo. El público para el que escribo soy yo, y estoy tan ocupado tratando de dilucidar la maldita cosa y resolviendo el problema que lo último que pienso es: '¿Qué va a pensar X, Y o Z?'" Cualquiera fuera el motivo, no había retorno. "La literatura me metió en esto" dice su personaje Peter Tarnopol en La gran novela americana, "y la literatura me va a sacar".Tal vez escribir ficción literaria no fuera la ruta de escape ideal, pero era la que él conocía. La obra de Roth de comienzos de los 70 parecía revelar lo que un crítico tachó de "los peligros de una mente excesivamente literaria". Después de la comedia salvaje de El lamento de Portnoy, Roth experimentó con la sátira (La pandilla), la fantasía satírica (El pecho), las fantasías caóticas de La gran novela americana y el "prodigioso lío" de Mi vida como hombre. Finalmente, en su joven madurez, se instaló en la exploración del yo, a través de Tarnopol, Kepesh (El profesor del deseo) y posteriormente Zuckerman (El escritor fantasma y Zuckerman desencadenado). Este fue el período intermedio de la carrera de Roth, y coincidió con su relación con Claire Bloom, quien decidió desde un principio que quería "pasar la vida con este hombre notable".El profesor del deseo (1977) está dedicado a ella, y este fermento de media estación también produjo El escritor fantasma (1979), Zuckerman desencadenado (1981) y La contravida (1986), una de sus mejores y más originales novelas.Para entonces, la relación Roth-Bloom estaba tan firmemente establecida a ambos lados del Atlántico que el autor pasaba la mitad del año en Londres. La íntima conexión de Roth con Inglaterra queda reflejada en Decepción, novela narrada enteramente en diálogo, que imagina la aventura de un literato con una mujer de clase media inglesa. La cruda inmediatez de este relato, con su rothiana declaración de que "en mi imaginación soy infiel a todo el mundo", provocó una crisis con Bloom, quien en sus memorias escribe sobre este episodio: "Ya no me importaba un bledo si esas novias eran fantasías eróticas. Lo que me dejó sin habla fue que me pintara como una esposa celosa que es engañada una y otra vez. Ese retrato me resultó desagradable e insultante".Casi simultáneamente con esa ruptura, Roth sufrió un colapso nervioso (inducido por el Halcion que le habían recetado luego de una cirugía de rodilla) junto con un urgente anhelo de volver a su país. "Empecé a sentirme cada vez menos conectado con los Estados Unidos. Empecé a sentir que estaba perdiendo contacto con la vida estadounidense. Y en 1989 me di cuenta de que ya no podía hacer esto. Entonces volví. Fue un maravilloso regreso a casa porque redescubrí un viejo tema, que era este país, y comencé a escribir los libros sobre los Estados Unidos. Era la mejor de las situaciones. Encontré un tema nuevo que era un tema viejo que ya conocía."En 1993, se divorció de Claire Bloom e ingresó en la fase que culminó con Sale el espectro e Indignación. "Libertad, se llama," dice, cargando la frase de una alegría casi tangible. Ahora estaba a campo abierto. Podía ir y venir a gusto. Podía trabajar donde, como y cuando quisiera, leer cuanto le gustara y deleitarse en la exploración de sus muchos yos. ¿Lee a sus contemporáneos?, le pregunto."No, no los leo, y no es por principio. Es que ya no leo mucha ficción. Me gusta mucho más leer no ficción. Leo todas las noches. Releo. El mes pasado releí a Camus." También últimamente ha releído a Turgenev y Conrad.Lo que nos lleva a la relectura del mismo Roth. El lamento de Portnoy sigue siendo un tour de force desenfrenadamente gracioso pero es la obra de un hombre joven. Muchas novelas de la mediana edad de Roth, con su obsesión literaria por sí mismo, no soportan bien el paso del tiempo. Parecen artificiosas y algo carentes de humanidad. A esta altura del partido, quizá lo más que se puede decir es que todavía abriga una aspiración a la grandeza simple que, hasta ahora, parece habérsele escapado entre los dedos.La prosa de Roth es famosa por desplegar el artificio del no artificio. En la página, logra una voz que es sencilla, natural y cercana a los ritmos cotidianos del habla. A lo largo de su obra, muestra una profunda admiración por dos escritores ingleses, Shakespeare y George Orwell. Creo que la claridad de Roth deriva en parte de Orwell, cuyos grandes libros, Rebelión en la granja y 1984, se publicaron en los años 40, una etapa impresionable de la adolescencia de Roth.Pero cuando trato de acercarme a este hombre quisquilloso y solitario a través de sus libros las dificultades se multiplican. Las vidas que aparecen en sus novelas, sobrecargadas con "la terrible ambigüedad del 'yo'", carecen de la simplicidad de la prosa. Flotan, en cambio, en una tierra de nadie entre la imaginación y la realidad. Esto se debe a que el autor mismo es escurridizo e indiferente y está a la defensiva frente a los vulgares esfuerzos por ubicarlo. Como muchos escritores cómicos, parece perturbado, en particular por las atenciones del mundo exterior. Prefiere su solitaria reclusión y su biblioteca.Al entrar al mundo de Roth, uno ingresa en una sala de espejos. Su crítica preferida, Hermione Lee, lo explica así: "Vidas en historias, historias en vidas: ese es el nombre del doble juego de Roth". Las travesuras, si eso es lo que son, no terminan allí. La artificiosa "autobiografía de un novelista" escrita por Roth, Los hechos, comienza con una carta a Nathan Zuckerman, su más famoso alter ego, en la que pide su veredicto sobre el libro, y termina con la "respuesta" de Zuckerman: "Estimado Roth, he leído el manuscrito dos veces. Aquí tiene la sinceridad que me pidió: No lo publique".A Roth le molesta que le pregunten sobre sus muchos alter egos. Habla con desdén de los críticos que quedan entrampados en el alambre de púas de la tierra de nadie rothiana: "¿Soy Roth o Zuckerman? Escribo ficción y me dicen que es autobiografía; escribo autobiografía y me dicen que es ficción. Así que, como soy tan obtuso y ellos tan vivos, que decidan qué es o no es".Lo que un crítico diga ahora no hará mella en Roth. No se molesta en leer reseñas. "Trato de leer tan pocas como puedo. No es muy gratificante, salvo en muy pocos casos, y depende de quién la haya escrito."Novela corta o cuento largo, Indignación contiene material reciclado de libros anteriores. Pero, si bien hay indicios de cierta disminución de sus aptitudes, también hay un nuevo foco de atención: un yo que reconoce la cercanía del fin y otro que mira hacia el comienzo. Además de reflexionar sobre la mortalidad, Indignación habla de la llegada de un joven a la mayoría de edad.¿No se sintió tentado, pregunto, de escribir una comedia para alejar las frías sombras de la mortalidad? "Me encantaría hacerlo, pero... creo que ya no sé cómo ser cómico."Indignación refuta esta afirmación. Hay un episodio cómico en el centro de la narración en que la novia de Marcus Messner le practica sexo oral. "Lo que quería hacer en este libro," explica, "es pintar costumbres sexuales que han desaparecido a través de este pequeño incidente".Cuando Roth publicó El animal moribundo (2001), le pregunté sobre su siguiente libro y contestó: "Espero que me lleve el resto de la vida. Ya no soporto empezar de cero". Pero la experiencia de la vida real contradice las imaginativas esperanzas del escritor. Acaba de terminar otro libro sobre otro tipo de muerte, un suicidio. Insiste en que este "no tiene valor terapéutico. Sólo me resulta un tema interesante. Quería ver si podía llevar a un personaje hasta el punto en que... Estoy tratando de volver loco a alguien," resume cortante.La cinta se termina. Se acabó el tiempo. Caminamos bajo una cúpula de viejos robles hacia el estudio de Roth. El interior es espartano. Hay dos escritorios –uno para escribir y otro para "los asuntos comerciales"–, una radio y un atril, donde Roth, que tiene problemas de columna, trabaja de pie.Cuando concluye nuestra recorrida, me firma un ejemplar de Indignación y nos despedimos. El hombre viejo y gris camina lentamente bajo los árboles hacia su estudio para su inevitable cita con su mesa de trabajo, un escritor feliz de estar solo con sus muchos yos, agotada toda pasión.(c) The Observer Y Clarín TRAD.: Elisa Carnelli

sexta-feira, 10 de abril de 2009

Morales continua em greve de fome com o debate no Congresso paralisado


Morales continua em greve de fome com o debate no Congresso paralisado
Presidente da Bolívia reivindica lei que permita realizar eleições gerais este ano

O presidente da Bolívia, Evo Morales, continuou nesta sexta-feira sua greve de fome em reivindicação da lei que permita realizar eleições gerais este ano, mas o debate no Congresso sobre a norma está paralisado, após o abandono de vários legisladores da oposição. Morales permanece desde ontem em jejum no Palácio do Governo de La Paz junto com os líderes dos movimentos sociais que o apóiam, em um esforço, segundo disse esta manhã aos jornalistas, para fazer com que a crise vivida pelo país "se resolva de forma pacífica". Mas a poucos metros dos grevistas, no Congresso Nacional, o debate sobre o novo regime eleitoral se encontrava em suspenso, pela ausência de boa parte dos legisladores opositores. Este abandono aconteceu ontem após ser aprovada em primeira instância (não definitiva) a lei eleitoral. A sessão se desenvolveu no meio da polêmica, já que o presidente do Parlamento e vice-presidente do Governo, Álvaro García Linera, procedeu uma votação com a mão erguida de forma surpreendente quando muitos parlamentares da oposição estavam ausentes. Hoje, o senador opositor Carlos Borth, um dos interlocutores para pactuar a lei eleitoral, afirmou que a sessão do Congresso não será retomada até que se restabeleça a comissão negociadora, a fim de fechar definitivamente um acordo sobre o texto. Evo Morales pediu hoje que sejam estudadas medidas disciplinares para sancionar, no marco da nova Constituição, os parlamentares que "abandonam ou fogem" das sessões do Congresso. A greve de fome empreendida pelo governante para exigir a aprovação da lei eleitoral está sendo seguida por outras mil pessoas em todo o país.

quinta-feira, 9 de abril de 2009

Parlamento Françês derrota lei que pune usuários da Web

Ministra da Cultura, Christine Albanel.


Havia uma proposta para tirar do ar os usuários que baixavam materiais audiovisuais sem consenso com os sites, tomando isto como delito.A punição seria ter a web bloqueada , e mesmo pagando-provedor- não haveria acesso.A esquerda francesa obstruiu a lei.pacv

do Terra


Ficou definido, não sem grande confusão, que o poder executivo criará uma comissão e nomeará um presidente para a proteção dos direitos da criação e da internet.
Isso significa, trocando em miúdos, que o país criará um comitê destinado a avaliar até que ponto o compartilhamento de arquivo ou a violação das regras dos direitos autorais devem ser punidos – com a suspensão ao acesso à rede mundial de computados, por exemplo.
A bancada socialista, contrária ao projeto, ainda pretende levar adiante as discussões na Assembléia Nacional. Alguns deputados argumentam que apenas um tribunal tem direito de dizer se um cidadão é culpado ou inocente.
“Os direitos dos autores são indispensáveis, mas a caça aos piratas é uma fábula arcaica”, diz o deputado Christian Paul, do partido socialista. “É uma volta à idade média”.
Segundo o Le Monde, o deputado UMP, Patrice Martin–Lalande, vai ainda mais longe em seus argumentos. Ele defende que a internet é um direito fundamental, como a educação e a saúde. Para Lalande, o governo não apenas não deve punir os usuários como deve garantir o acesso à internet por meios públicos.
Nos Estados Unidos as punições aos usuários estão previstas desde o final de 2008. No entanto, elas foram pensadas por associações ligadas aos direito autorais e não pelo poder executivo.
A postura da ministra da cultura francesa também vai na contramão do parlamento europeu que, na semana passada, defendeu o reforço das liberdades fundamentais da internet.Christine Albanel, ao defender a postura punitiva, alinha-se a um pensamento conservador que tenta conter um movimento que, no fundo, não pode ser contido.
Será que a primeira dama Carla Bruni tem reclamado na queda das vendas dos seus CDs para Nicolas Sarkozy?
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
aqui- abaixo uol
Governo francês decide punir pirataria online com corte de acesso à web
Por IDG News Service/França

Paris - Entre medidas governamentais para impedir pirataria, estão a inclusão de marcas d'água no conteúdo e criação de lista de infratores.
O governo francês planeja acabar com a pirataria de músicas e filmes online cortando o acesso à internet dos acusados de acessar o conteúdo ilegalmente.A decisão é parte de uma série de medidas para lidar com a cópia não-autorizada de vídeos e música online proposta pela Ministra da Cultura da França, Christine Albanel.Outras medidas incluirão marcas d’água no conteúdo, rastreamento de atividades dos internautas e criação de uma lista com o registro dos acusados.Em 2006, foi apresentada uma lei que torna o compartilhamento de arquivos não-autorizado uma ofensa criminal, punida por até seis meses de prisão e multa de 45 mil dólares.“Não podemos aceitar por muito tempo que os artistas sejam privados dos frutos de seu trabalho”, declarou.O governo ganhou apoio da indústria de mídia, que irá implementar as marcas d’água e popularizar o download legal de filmes. Christiane assinou, nesta sexta-feira (23/11), acordos com canais de TV, provedores de internet e grupos que representam cineastas, autores e músicos
by
abaixo Ministério da Cultura Brasil
França: Legislação repressiva ou ridícula?
Fábio de Oliveira Ribeiro - Observatório da Imprensa
A exemplo do que ocorre no Brasil, o Direito Penal da França não possibilita a responsabilização de alguém pela conduta de outrem. Cada qual é responsável apenas pelos seus próprios atos.
A França já aprovou uma Lei através da qual pretende restringir o direito dos internautas de divulgarem conteúdos na web.
Agora, o Poder Legislativo da França “…pretende vetar o acesso à internet aos usuários que fizerem downloads ilegais de filmes ou músicas. O acordo entre o governo, provedores de acesso e os detentores de direitos autorais desses bens culturais vai beneficiar a indústria fonográfica, que afirma que esse tipo de troca de arquivos prejudica suas vendas. Os provedores enviarão mensagens aos seus usuários alertando que estão praticando atos ilegais. Se o aviso for ignorado, a conta do usuário será suspensa ou cancelada” (fonte: Jornal de Debates, IG).
Ah, esses legisladores franceses! Será que eles não perceberam que a jurisdição penal francesa só se aplica aos fatos ocorridos dentro do território da França? Se alguém dentro da França postar algo na internet que viole a referida Lei poderá ser punido. Todavia, contornar a legislação repressiva é perfeitamente possível.
Responsabilidade pessoal
A Constituição da França e os tratados internacionais subscritos por aquele país (inclusive, os que se referem à construção da União Européia) garantem a todos os franceses o direito à liberdade de consciência e expressão, bem como o direito ao sigilo de sua correspondência. Nenhum jurista decente duvida de que os e-mails podem ser equiparados às cartas, de maneira que também estão cobertos pela garantia de sigilo.
A exemplo do que ocorre no Brasil, o Direito Penal da França não possibilita a responsabilização de alguém pela conduta de outrem. Cada qual é responsável apenas pelos seus próprios atos.
O espírito de Clouseau
Sendo assim, se algum francês enviar os arquivos que pretende divulgar na internet para um colega de outro país (Inglaterra, Bélgica ou Portugal, por exemplo) e a divulgação do arquivo for feita num website da própria França, nada irá ocorrer. A propósito, nada também poderá ocorrer ao francês se ele receber o arquivo proibido anexado a uma mensagem de seu colega inglês, belga ou português. Afinal, o francês não poderá ser responsabilizado pelo que o outro internauta postar na web e o autor da mensagem, com o arquivo proibido, estará fora da jurisdição francesa.
Tudo bem pesado, parece que os legisladores da França não perceberam que sua atitude irá apenas reforçar a solidariedade online. A avalanche de violações à Lei recentemente aprovada submeterá o legislativo da França ao ridículo. Será que os gloriosos legisladores franceses estão atuando sob influência do inspetor Clouseau?
A república francesa foi construída sobre três princípios: liberdade, igualdade e fraternidade. Já a internet francesa parece se resumir a uma expressão: repressão inútil.

quarta-feira, 8 de abril de 2009

POETAR PARA O RUMOR DE SÃO PAULO



"Pelos ventos nativos, ruminantes,/ brincam pastores céleres de outrora./ Saltam leves, ligeiros, ou contemplam/ como quem doura o trigo e se abstrai".






O  poeta Francisco de Assis Lima, deu-nos uma obra a mais e desta vez, surpreendente nos seus versos que caminham sobre planos dourados de plenitude, de imaginação e garra de guerreiro nordestino; pastor de belezas e de contemplações que só quem tem rebanho de beleza poética e olho que cheira e admira, pastora e "abstraindo" as paisagens verte belezas.Tá lá no livro, leiam e embelezem-se.
Paulo A C Vasconcelos




A Revista Rascunho do Paraná, especializada e respeitada no campo da Literatura entendeu bem o recado de Francisco:





Críticas e Resenhas


DEDICAÇÃO E TRABALHO
Álvaro Alves de Faria • São Paulo – SP
Poemas arcanosAssis LimaAteliê84 págs.
Francisco Assis de Sousa Lima. Este é o nome de um poeta. Diante de tantas festividades e vaidades afloradas, diante de tanta gente que não é o que pensa ser, eis que surge um livro de poesia, de um poeta cearense. Francisco Assis de Sousa Lima. Este é seu nome. Um poeta. Psiquiatra e pesquisador em cultura popular. Nesta área publicou Conto popular e comunidade narrativa. O poeta reuniu poemas escritos ao longo de 30 anos. O resultado é resplandecente, e a expressão é essa mesma. Basta ver o livro Poemas arcanos, que ele assina apenas como Assis Lima. Assis Lima é o nome do poeta que, ao meio desses escombros, surge do Ceará, nascido em Crato. De vez em quando é bom ver um livro de poesia. E isso, em relação à literatura inclui, também, o caráter duvidoso de muitos que julgam ter a grandeza que nunca terão. Mas a poesia ainda existe. De alguma maneira, apesar de tudo, ainda existe poesia no Brasil. Ainda existem alguns poetas. Só alguns, mas existem. Prova disso é este livro. Lima abre seu livro com palavras de um autor anônimo, para melhor situar seu poema e o que pensa, afinal, da própria poesia e da existência, existência mesmo, sem discursos: "O mistério é protegido não pelo segredo, mas de outra maneira. A sua proteção é a sua luz, ao passo que a proteção do segredo é a obscuridade. Quanto ao arcano, que é o grau médio entre o mistério e o segredo, é protegido pela penumbra. Porque ele se revela e se oculta por meio do simbolismo. O simbolismo é a penumbra dos arcanos". A verdade é que a poesia de Assis Lima se impõe por uma qualidade cada vez mais difícil neste país de gente que se diz poeta e faz da poesia um cartão de visita para expor a vaidade dos imbecis. Assis Lima sabe que não é assim. A poesia é a poesia, ela mesma, sem mais nem menos. O poema se constrói com dedicação e trabalho, exercício existencial e não mecânico e com o alarde dos que se julgam sábios: "Minhas certezas são poucas,/ são pulsações que nem peço./ Trago uma herança de medo/ e a dor de um banzo tão velho/ que já não posso, nem quero,/ suportar tamanho peso". O poeta fala da sua dor de ser, quando ser parece impossível. As pessoas que andam procurando boa poesia para ler devem sair em busca deste livro. Um livro que se impõe pela beleza. Um livro de poesia que se impõe só pela poesia, sem aquela movimentação ridícula da política literária, que manda e desmanda, faz e acontece. Não. Assis Lima apenas mostra sua poesia, uma poesia que é poesia. Como estes quatro versos, início de um soneto. É, um soneto!: "Pelos ventos nativos, ruminantes,/ brincam pastores céleres de outrora./ Saltam leves, ligeiros, ou contemplam/ como quem doura o trigo e se abstrai". Destaque-se, especialmente, os seis poemas que compõem a parte Temas para Lua Cambará: "O tempo me ensinou a ruminar./ Eu rumino o bredo dos séculos que comi". Poemas arcanos é um livro de poemas e de poesia. Sem discursos inócuos. Isso é o que mais se vê, especialmente em causa própria. Neste livro de poesia, o poeta narra o que vê e se envolve, até porque poesia sem envolvimento não é poesia. É outra coisa que nem convém dizer.

WARHOL Expo:Espírito Santo


Não porque sou Nordestino, mas fico feli em iniciativas primeiras iniciar NÃO pelo centrão econômico, caso desta exposição que inicia pelo ES e vai para o Nordeste, e só depois vem ao Rio e São Paulo.

pacv

.......Museu de Artes do Espírito Santo, em Vitória, onde, desde quinta-feira,02.04.09, está aberta a exposição itinerante Andy Warhol - Arte e Práticas para o Dia a Dia. "O próprio nome da mostra já revela nosso propósito", explica a curadora americana Jessica Gogan, do Andy Warhol Museum, de Pittsburgh, responsável pela concepção da exposição. "A obra de Warhol estava centrada na prática de reinvenção do cotidiano, ou seja, ele buscava elementos que as pessoas comuns viam como banais para transformá-los em aOs curadores tomaram o cuidado de selecionar obras palatáveis ao grande público - daí as serigrafias de pessoas famosas como Jane Fonda, Lenin e Liza Minnelli, além de polaróides de Mick Jagger, Arnold Schwarzenegger e autorretratos de Warhol. E, por se tratar de uma exposição aberta a todas as faixas etárias, evitou-se prudentemente as obras de conotação sexual mais acentuada, como os filmes filosóficos-pornográficos interpretados por Joe Dallesandro.Ao se divertir fazendo serigrafia ou deixando sua imagem gravada, porém, o visitante desconhece que está reforçando a opinião dos principais críticos à obra de Warhol, acusado de substituir a criação pelo sensacionalismo, de supostamente transformar o marketing em arte; enfim, de transformar a Pop Art em uma vertente medíocre das propostas do dadaísmo.Jessica Gogan prefere evitar uma discussão que parece não ter fim para exaltar o incentivo da prática artística. "Warhol era um artista cuja criatividade não tinha limite, o que nem sempre era facilmente compreendido", diz ela, amiga da diretora do Museu de Artes do Espírito Santo, Leila Horta, cujo empenho facilitou ser ali o primeiro ponto brasileiro a receber a exposição. Em julho, quando terminar a temporada capixaba, a mostra deve seguir para o Recife e, provavelmente, Fortaleza.No ano que vem, deverá ser a vez do MAC de Niterói, no Rio. Em São Paulo, os curadores esperam ocupar a Pinacoteca, ainda sem data prevista."

by

estadão 06.04.2009


segunda-feira, 6 de abril de 2009

CULT DOSSIÊ FOUCAULT

Excelente edição com vários textos, com destaque para o texto de :PETER PAL PELBART-Fala dos confins - O lugar da literatura na obra de Foucault.
Paulo A C V

domingo, 5 de abril de 2009

A Literatura Através do Cinema - Realismo, Magia e a Arte da Adaptação

O estadão publicou -DOMINGO -05.04.2009

Sessão de livros
De D. Quixote a Macunaíma, A Literatura Através do Cinema, do americano Robert Stam, analisa a relação entre as duas artes
Luiz Zanin Oricchio
Tamanho do texto? A A A A
Componentes.montarControleTexto("ctrl_texto")
O livro é melhor que o filme. Quem já não ouviu esse clichê sobre as adaptações literárias para o cinema? A frase feita conota o cinema como arte menor, subordinada à literatura, este sim o modo nobre de expressão por seu prestígio e antiguidade. No entanto, segundo o pesquisador norte-americano Robert Stam - autor de A Literatura Através do Cinema - Realismo, Magia e a Arte da Adaptação (Editora da UFMG, 512 págs., R$ 79) -, Orson Welles foi quem melhor entendeu a estrutura narrativa de Dom Quixote. Jack Gold enxergou em Robinson Crusoe a misoginia colonialista que Daniel Defoe não pôde ver. E durante a ditadura militar, Joaquim Pedro de Andrade tirou de Macunaíma uma leitura política com a qual Mário de Andrade não havia sonhado. Ou seja, muitas vezes é o cinema que ilumina uma obra, ao dialogar com ela sob a forma da adaptação. A lição que se tira do livro é de uma nova dignidade concedida à arte da adaptação.Stam é autor de trabalhos seminais como O Espetáculo Interrompido e Crítica da Imagem Eurocêntrica, estudos que colocam as teses do russo Mikhail Bakhtin e ideias do multiculturalismo em funcionamento para debater a posição do cinema no contexto da cultura. Procura sempre relacionar política e estética, com ganho significativo de compreensão em relação a esses dois domínios interdependentes. O pesquisador viveu muitos anos no Brasil e é profundo o seu conhecimento do cinema nacional. É também autor, em parceria com Randall Johnson, do indispensável Brazilian Cinema, ainda sem tradução. Bob, como os amigos o conhecem por aqui, tem filho brasileiro e essa é uma das razões, mas não a única, para manter laços permanentes com o País. É professor titular na New York University, onde leciona matérias relacionadas ao multiculturalismo e mídia, cinema brasileiro e latino-americano e nouvelle vague. Atualmente, está em Princeton, como professor convidado.Em A Literatura Através do Cinema, para mostrar o que acontece no percurso entre as páginas e as telas, Stam vale-se de algumas obras literárias referenciais, "canônicas". Em primeiro lugar, Dom Quixote, de Miguel de Cervantes, considerado o primeiro romance moderno. Como contraponto, entra Robinson Crusoe, de Daniel Defoe, por representar a vertente oposta ao Quixote. Se a obra de Cervantes é um tipo ideal da tradição paródica e autorreflexiva, a de Defoe se filia à vertente mimética, "realista". O Quixote é a fonte de romances como Tom Jones, de Henry Fielding, ou Tristram Shandy, de Laurence Sterne, que ostentam seus próprios artifícios e técnicas de construção. Já Robinson quer simular que é apenas relato de algo real, que de fato aconteceu. São polos opostos, talvez complementares. "A tensão entre a magia e o realismo, a reflexividade e o ilusionismo, tem alimentado a arte", diz Stam.Nessa tensão, resolver em imagens (e sons) o que é da ordem da palavra escrita tem sido desafio permanente para os cineastas. Pela posição que ocupa na cultura ocidental, mas também pelo fascínio do personagem, compreende-se que o Quixote tenha sido um dos livros mais adaptados de todos os tempos. Suas "versões" para a tela contam-se às dezenas. Stam escolhe uma delas de maneira privilegiada - a de Orson Welles. Justamente uma adaptação incompleta, de produção acidentada, que não foi montada pelo próprio autor. Mas talvez por isso mesmo seja tão interessante. O Quixote era para ser apenas um conto. Tornou-se um romance ("o" romance), deu margem a plágios e obrigou Cervantes a escrever um segundo volume com as aventuras do cavaleiro e do escudeiro Sancho. Neste segundo livro, aparecem personagens que já conheciam Quixote e Sancho pela leitura do primeiro volume, num procedimento intertextual que faz a modernidade precoce da obra.Stam analisa a versão do Quixote do soviético Grigori Kozintsev, bastante colada ao original. Mas privilegia a leitura de Welles, porque mais próxima do espírito da obra. "Acontece que Welles acreditava em adaptações infieis", escreve. "Por que adaptar uma obra, dizia ele, se você não pretende modificar nada nelas?". Welles tinha usado esse procedimento com Shakespeare, Conrad e também H.G. Wells, na famosa versão radiofônica de A Guerra dos Mundos que causou pânico nos EUA e tornou-o famoso. Assim, apega-se a algumas características do Quixote e as transpõe sem cerimônia para a tela. O anacronismo, usado por Cervantes, é escancarado no filme. Sancho, por exemplo, se maravilha com uma "caixa de novidades", ou seja, com um aparelho de televisão. No fim do filme, Quixote não se espanta que astronautas cheguem à Lua; apenas teme pela mecanização do homem. O próprio Welles é ouvido no filme, em voz over, e também é visto, filmando. "Welles deleita-se com a linguagem e o estilo do romance", comprova o pesquisador.Já com Robinson Crusoe a história é outra. O personagem, segundo Stam, encarna o individualismo possessivo em sua forma mais extrema. Solitário em sua ilha, ocupa-se em aparelhá-la para o conforto burguês e sua relação com Sexta-Feira é instrumental, sem contar que Robinson havia ficado rico graças ao comércio escravista no litoral da Bahia. As relações da obra com o cinema são precoces. Basta lembrar que Méliès a adaptou, logo em 1902. Há mesmo um Robinson Crusoe brasileiro, com Costinha e Grande Otelo nos papéis principais. Luis Buñuel rodou uma versão do romance em sua fase mexicana, estranhamente conservadora segundo Stam, e mesmo assim pontilhada de achados surrealistas e anticlericais. O notável é que Buñuel tenha "suavizado" o personagem, tornando-o "mais gregário e sociável", o que significa uma crítica ao ideário colonial implícito ao texto. Ainda assim é pouco, e Stam bate duro: "A adaptação de Buñuel é de uma conivência frustrante com as convenções racistas e imperialistas que informam o romance de Defoe."Outro clássico dos mais adaptados foi Madame Bovary, de Gustave Flaubert. Há várias versões, entre as quais a do americano Vincente Minelli, e as dos franceses Jean Renoir e Claude Chabrol. O destaque fica para Chabrol, por sua afinidade eletiva em relação a Flaubert - ambos cronistas do tédio provinciano. Dito isso, a riqueza estilística do original de Flaubert parece ter ficado longe de suas versões no cinema. Nenhuma delas, constata Stam, foi tão inventiva em sua linguagem quanto foi o romance de Flaubert para a literatura da época. O mesmo reparo o pesquisador usa para as adaptações de Lolita, de Vladimir Nabokov, feitas por Stanley Kubrick e, depois, por Adrian Lyne, ambas aquém das possibilidades abertas pelo romance. A de Kubrick, por pressão da censura; a de Lyne, pelo contrário, por uma excessiva erotização do "texto" fílmico e consequente perda de sutileza.Em seu diálogo permanente com o Brasil, Stam destaca várias adaptações, como a de Memórias Póstumas de Brás Cubas, de Machado de Assis, feita por André Klotzel, por exemplo. Entende que faltou à (boa) versão o substrato antiescravagista presente no subtexto machadiano. Nesse sentido, o de aproveitamento máximo das potencialidades de um romance, o destaque ficaria para Macunaíma, o romance-rapsódia escrito por Mário de Andrade em 1928 e adaptado por Joaquim Pedro de Andrade 40 anos depois. Segundo o pesquisador, "poucas vezes um filme realizou com tanto brilhantismo as possibilidades políticas e artísticas da adaptação..." Essa versão, realizada na voragem da ditadura militar, condensa o modernismo do Cinema Novo, a Tropicália emergente e a política radical revolucionária do terceiro-mundismo da Tricontinental. Em sua versão, Joaquim Pedro insiste na crítica à repressão militar e ao "capitalismo predatório do efêmero milagre econômico", através do voraz capitalista Venceslau Pietro Pietra.No livro, Stam procura arar em campo fértil ao "desprovincializar" os estudos da literatura e do cinema, fazendo de ambas artes participantes de uma extensão transtextual mais ampla. Iluminam-se mutuamente e se enriquecem. Sobretudo quando dialogam e intercambiam linguagens. É um ganho para ambas, e certamente para a cultura de maneira geral.
var keywords = "";
COMENTÁRIOS