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sábado, 26 de outubro de 2019

Ferreira Gullar: poeta bestial de um zoológico fantástico- Revista Ñ - AR- Mario Nosotti






Ferreira Gullar -1930-2016  foto por Filmow
Traduzir-se
Uma parte de mim/é todo mundo:
outra parte é ninguém:fundo sem fundo.
Uma parte de mim/é multidão:
outra parte estranheza/e solidão.
Uma parte de mim/pesa, pondera:
outra parte/delira.
Uma parte de mim/almoça e janta:
outra parte/se espanta.
Uma parte de mim/é permanente:
outra parte/se sabe de repente.
Uma parte de mim/é só vertigem:
outra parte,/linguagem.
Traduzir uma parte/na outra parte— que é uma questão/
de vida ou morte —/será arte?


A Revista Ñ - El Clarin, Argentina  lembra do nosso poeta Ferreira  Gullar, maranhense ,  ensaísta, crítico de arte -  talvez eles , os argentinos, como de tradição, tenham memória mais inclusiva que nós na poesia, refiro-me a classe média alta e intelectuais.O Brasil é pobre nos seus suplementos culturais como venho afirmando desde muito tempo e com poucos leitores  de poesia . A meu juízo há mais poetas- se bons, não sei, mas sei que há poucos  leitores. Em que pese o adendo de Mario Nosotti, articulista do texto abaixo, afirme que : i"bien conocido en nuestro país (en realidad apenas conocido) por dos de sus poemas emblemático, Poema sucio –que grabado en un casete durante su exilio en Buenos Aires..." o fato é que eles estão lembrando, isto já basta ao menos como função da imprensa, aqui nada  ou um toquinho. Vale ler a matéria e lembrarmos saudosamente de um poeta e crítico -controvertido, mas de grande obra ,   nos deixou muito para ser pensado, incluso na política.
Literatura brasileña

Ferreira Gullar: poeta bestial de un zoológico fantástico

Del singular escritor brasileño se publica una curiosa recopilación de artículos sobre arte, teoría y vanguardia


Si bien conocido en nuestro país (en realidad apenas conocido) por dos de sus poemas emblemáticos, Poema sucio –que grabado en un casete durante su exilio en Buenos Aires, fue llevado a Brasil por Vinicius de Moraes– y En el vértigo del día, ambos editados por Corregidor, Ferreira Gullar fue un artista multifacético, fundante y reformulador de sus propias propuestas. Asociado a varios de los artistas más audaces del pasado siglo en su país (Lygia Clark, Lygia Pape, Oscar Niemeyer, Hélio Oiticica o Amilcar de Castro), su vida, marcada por las tragedias familiares y el exilio, sostuvo una inquietud que lo llevó a pasar sin dogmatismos de las búsquedas formales a la literatura de cordel.
Fecha de elaboración, fecha de vencimiento nos propone adentrarnos en las otras facetas de Gullar, la del crítico de arte, el polemista, el teórico de la poesía y las vanguardias, el inventor de funciones y soportes. Gullar es, como dice Bárabara Belloc, parte clave de esa suerte de “bestiario fantástico que era la comunidad artística brasileña en las década centrales del pasado siglo, que se dedicó a ampliar y vencer, con su arte y su pensamiento, los límites de una práctica que en sus mejores horas no conoce límites”.
Los temas que desvelan a Gullar casi siempre se entraman en la vieja y renovada tensión entre vida y práctica artística: la función social del arte, la experiencia neoconcreta, el agotamiento de las vanguardias (su caída en lo inocuo y el sinsentido), su sugerente teoría del no-objeto (un cuerpo transparente al conocimiento fenomenológico, una pura apariencia), el sentido de la vanguardia en un país subdesarrollado como Brasil, la cultura popular o la expresividad de la forma (“toda forma tiene expresión”). Los artículos van desde fines de la década del 50 –años pioneros de la vanguardia concreta y neoconcreta de las que fue un actor fundamental– hasta los primeros años del siglo XXI.
Ya en 1957, en el manifiesto titulado “Poesía concreta: experiencia intuitiva”, Gullar se despega de preceptos del concretismo de San Pablo, destacando que el poema concreto no anula el subjetivismo y no quiere desentenderse de la responsabilidad social de la poesía. Por otro lado, su renovación de formas “cloroformizadas” no debe agotarse en la mera formalización del lenguaje, ni en la sumisión a estructuras matemáticas. Gullar rescata la aspiración concreta de la eficacia puesta en la palabra, pero sin perder de vista que “el poema concreto debe valer como experiencia cotidiana –afectiva, intuitiva– para no tornarse mera ilustración, en el campo del lenguaje”, teniendo como horizonte una totalidad trascendente, “o no valdría la pena escribirlo”.
Gullar es claro y contundente en sus análisis, y no le intimida decirle a Augusto de Campos, en una carta de 1955, que no ha leído a Pound, para luego fundamentar por qué sus poemas le parecen vacíos, más allá de los elementos formales, sin un real sentido que presida esa organización: “Al llegar al ‘final’ del poema, no queda nada”.
En un escrito de 1992 titulado El fin del arte, fustiga la instauración de la novedad como valor fundamental del arte contemporáneo, “se transformó en una especie de terrorismo que inhibe el juicio estético y garantiza la vigencia impune de cualquier idiotez”, valor consustancial a nuestro consumismo y a las imposiciones del mercado del arte.
Otra de las constantes es su referencia a la obra de Lygia Clark, que desde aquella temprana exposición de 1958 en San Pablo, lo enfrentó a una experiencia radical (“los cuadros de Clark no tienen ninguna clase de marco, no está separados del espacio”), que lo llevó a reflexionar sobre la progresiva abstracción del lenguaje pictórico, donde el cuadro se torna mero objeto, lo que lo hará plantear la ya mencionada teoría del no-objeto.
Bárbara Belloc trabajó junto al poeta en Río de Janeiro en la organización del libro: “Hablaba en voz muy baja, como susurrando; su departamento, que no era grande, era como un museo curado por un niño, la habitación de un niño”.
Fecha de elaboración/Fecha de vencimiento, Ferreira Gullar. Selecc. y traducc.: Teresa Arijón y Bárbara Belloc. Manantial, 176 págs.
Brasil en la Argentina por Bárbara Belloc
Siempre nos interesó la cultura brasileña, tan arriesgada y experimental. Viajábamos a Río y San Pablo, comprábamos libros y creábamos vínculos. Teresa Arijón había iniciado su camino de traducciones y publicaciones de poesía en 1993 y yo me sumé en el 2000. Así nació Nomadismos, una colección de escritos imantados de pintores, poetas, arquitectos, fotógrafos y escritores, que desde hace siete años dirigimos y publicamos en Buenos Aires, Río de Janeiro y Cuenca. Aquí publicamos grandes nombres: Hélio Oiticica, Oscar Niemeyer, Heloisa Buarque de Hollanda, Ana C. Cesar y Gullar.
Los Nomadismos registran una experiencia viva, la palabra del artista que abre mundos y realiza lo que se creía irrealizable. En Brasil nos asociamos con Circuito/Azougue y hasta ahora publicamos diez argentinos y cuatro mexicanos. Desde 2012, año en que lanzamos nuestro primer Nomadismos argentino, produjimos 23 libros únicos. Como editoras elegimos cuidadosamente el material, muchas veces trabajando con el autor, en la mayoría de los casos primeras traducciones. Somos poetas y aspiramos a la máxima libertad. Creo que Nomadismos tiene mucho que ver con esto. Nos gusta cruzar fronteras.
Del trabajo con Gullar no olvido la luz oblicua, como las diagonales de sus últimas obras, filtrándose por la ventana, la única, más ancha que alta, de su departamento en la calle Duvivier en Río. La luz teñía el espacio agrisado y lo convertía en una obra tridimensional que no precisaba la firma Gullar, porque él estaba allí como un signo moviente. Me enseñó manuscritos, de letra rápida, gestual, inclinada hacia arriba o abajo, ninguna línea recta.
En la primera reunión le mostré el índice del libro que había armado. El esqueleto del libro. Después nos reunimos cada diez, quince días, para conversar sobre sus ideas y ajustar la terminología en la traducción. Me enseñó a “ver” el espíritu del neoconcretismo. Hablaba en voz muy baja, como susurrando, como ronroneaban sus queridos gatos. Gullar era un médium, intermediario y portavoz de una suerte de inconsciente plástico colectivo. Ese era su más distintivo atributo y su poder