REDES

quarta-feira, 8 de abril de 2020

Cuando la naturaleza jaquea la orgullosa modernidad – Por Enrique Dussel



por nodal
Aprecio a estrutura do pensamento de E.DUSSEL, leiam,sugiro o artigo abaixo compartilhado por NODAL-AR




Cuando la naturaleza jaquea la orgullosa modernidad – Por Enrique Dussel

(Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.)



Estamos experimentando un evento de significación histórica mundial del que posiblemente no midamos su abismal sentido como signo del final de una época de larga duración, y comienzo de otra nueva edad que hemos denominado la Transmodernidad.
El virus que ataca hoy a la humanidad, por primera vez en su milenario desarrollo –en un momento en el que puede tenerse conciencia plena de la simultaneidad (en tiempo real) verificada por los nuevos medios electrónicos– nos da qué pensar en el silencio y aislamiento autoimpuesto de cada ser humano ante un peligro que muestra la vulnerabilidad de un castillo de naipes que vivimos cotidianamente como si tuviera la consistencia de una estructura invulnerable.
El hecho ha producido un sinnúmero de reacciones de colegas filósofos y científicos porque llama profundamente la atención. Queremos agregar un grano de arena a la reflexión sobre el sobrecogedor acontecimiento.
Allá por 1492, Cristobal Colón, un miembro de la Europa latino-germánica, descubre el Atlántico, conquista Amerindia y nace así la última Edad del Antropoceno: la Modernidad, produciendo además una revolución científica y tecnológica, que dejó atrás a todas las civilizaciones del pasado, catalogadas como atrasadas, subdesarrolladas y artesanales. Lo denominaremos el Sur global; y esto hace sólo 500 años.
El yo europeo produjo una revolución científica en el siglo XVII, una revolución tecnológica en el XVIII, habiendo desde el siglo XVI inaugurado un sistema capitalista con una ideología moderna eurocéntrica, colonial (porque esa Europa era el centro del sistema-mundo gracias a la violencia conquistadora de sus ejércitos que justificaban su derecho de dominio sobre otros pueblos), patriarcal, y, como culminación, el europeo se situó como explotador sin límite de la naturaleza.
Sin embargo, los valores positivos inigualables de la Modernidad, que nadie puede negar, se encuentran corrompidos y negados por una sistemática ceguera de los efectos negativos de sus descubrimientos y sus continuas intervenciones en la naturaleza. Esto se debe, en parte, al desprecio por el valor cualitativo de la naturaleza, en especial por su nota constitutiva suprema: el ser una “cosa viva”, orgánica, no meramente maquínica; no es sólo una cosa extensa, cuantificable.
Hoy, la madre naturaleza (ahora como metáfora adecuada y cierta) se ha rebelado; ha jaqueado a su hija, la humanidad, por medio de un insignificante componente de la naturaleza (naturaleza de la cual es parte también el ser humano, y comparte la realidad con el virus). Pone en cuestión a la modernididad, y lo hace a través de un organismo (el virus) inmensamente más pequeño que una bacteria o una célula, e infinitamente más simple que el ser humano que tiene miles de millones de células con complejísimas y diferenciadas funciones.
Es la naturaleza la que hoy nos interpela: ¡O me respetas o te aniquilo! Se manifiesta como un signo del final de la modernidad y como anuncio de una nueva Edad del mundo, posterior a esta civilización soberbia moderna que se ha tornado suicida. Como clamaba Walter Benjamin, había que aplicar el freno y no el acelerador necrofílico en dirección al abismo.
La naturaleza no es un mero objeto de conocimiento, sino que es el Todo (la Totalidad) dentro del cual existimos como seres humanos: somos fruto de la evolución de la vida de la naturaleza que se sitúa como nuestro origen y nos porta como su gloria, posibilitándonos como un efecto interno.
Y, por ello, no metafóricamente, la ética se funda en el primer principio absoluto y universal: ¡el de afirmar la Vida en general, y la vida humana como su gloria!, porque es condición de posibilidad absoluta y universal de todo el resto; de la civilización, de la existencia cotidiana, de la felicidad, de la ciencia, de la tecnología y hasta de la religión. Mal podría operar alguna acción o institución si la humanidad hubiera muerto.
Se trata entonces de interpretar la presente epidemia como si fuera un bumerán que la modernidad lanzó contra la naturaleza (ya que es el efecto no intencional de mutaciones de gérmenes patógenos que la misma ciencia médica e industrial farmacológica ha originado), y que regresa contra ella en la forma de un virus de los laboratorios o de la tecnología terapéutica.
La interpretación intentada indica que el hecho mundial, nunca experimentado antes y de manera tan globalizada que estamos viviendo, es algo más que la generalización política del estado de excepción (como lo propone G. Agamben), la necesaria superación del capitalismo (en la posición de S. Zizek), la exigencia de mostrar el fracaso del neoliberalismo (del Estado mínimo, que deja en manos del mercado y el capital privado la salud del pueblo), o de tantas otras muy interesante propuestas.
Creemos que estamos viviendo por primera vez en la historia del cosmos, de la humanidad, los signos del agotamiento de la modernidad como última etapa del Antropoceno, y que permite vislumbrar una nueva edad de mundo, la Transmodernidad, en la que la humanidad deberá aprender, a partir de los errores de la modernidad, a entrar en una nueva edad del mundo.
Donde, partiendo de la experiencia de la necro-cultura de los últimos cinco siglos, debamos ante todo afirmar la Vida por sobre el capital, por sobre el colonialismo, por sobre el patriarcalismo y por sobre muchas otras limitaciones que destruyen las condiciones universales de la reproducción de esa vida en la Tierra.
Esto debiera ser logrado pacientemente en el largo plazo del siglo XXI que sólo estamos comenzando. En el silencio de nuestro retiro exigido por los gobiernos para no contagiarnos de ese signo apocalíptico… tomemos un tiempo en pensar sobre el destino de la humanidad en el futuro.
 (*) Académico, filósofo, historiador y teólogo argentino, naturalizado mexicano. Fue rector interino de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.

terça-feira, 7 de abril de 2020

Cara de pau! O Jornal Nacional ....BOLSA FAMÍLIA

A imagem pode conter: 1 pessoa, texto e close-up
Angela  Carrato profa.UFMG COMUNICAÇÃO


Flagra do Facebook



Cara de pau! O Jornal Nacional entrevista o economista português Ricardo Henriques, professor da UFF, que teve participação lateral no desenho do Programa Bolsa Família, e não ouve o ex-presidente Lula ou os ex-ministros do Desenvolvimento Social e Combate à Fome, Patrus Ananias e Tereza Campelo sobre o assunto. Depois o Bonner e a Renata querem que o respeitável público acredite que o JN é " imparcial".
Não é não! O JN está em guerra com Bolsonaro, mas só com ele.
A famiglia Marinho defende a pauta econômica do ministro Paulo Guedes, em especial as privatizações e desnacionalizaçoes, que estão fazendo o país retornar à condição de colônia.
O maior temor dos Marinho é que a maioria da população brasileira descubra a safadeza que fizeram e continuam fazendo com o ex-presidente Lula e com o PT.
O JN não menciona o nome de Lula, mas os programas e tecnologias sociais que estão sendo utilizados para enfrentar as duas crises que o Brasil enfrenta - desgoverno e coronavirus - são exatamente os implementados e/ ou deixados pelos governos petistas: reservas de mais de 480 bilhões de reais Programas Bolsa Familia (PBF) e Benefício de Prestação Continuada (BPC), além do Cadastro Único (CadÚnico).
Até quando a mídia corporativa, que é concessão pública, vai continuar censurando Lula, Dilma e os integrantes desses hovernos quem os brasileiros podem ou não ouvir?
* grifo deste blogueiro

segunda-feira, 6 de abril de 2020

Cinco doentes graves estavam numa enfermaria.....


Elton Luiz Leite de Souza Facebook
FLAGRA DO FACEBOOK

Cinco doentes graves estavam numa enfermaria. A única comunicação da enfermaria com o mundo exterior era uma pequena janela. Perto dessa janela cabia apenas uma maca, na qual ficava um dos pacientes a narrar o mundo lá de fora, mundo este que os outros pacientes não podiam ver. “Daqui vejo o mar , até sinto sua brisa. Vocês também conseguem sentir?”, perguntava aos outros doentes. Apenas um dizia não conseguir sentir. Os que sentiam, recriavam um mar na alma e “horizontavam-se” . No dia seguinte prosseguia o paciente-narrador: “Daqui posso ver e ouvir crianças brincando numa pracinha . Vocês também conseguem ouvi-las?” . O mesmo paciente que não conseguia sentir a brisa também não conseguia ouvir as crianças . Os outros conseguiam, e algo dentro deles brincava também e regenerava. Enfim, o paciente da janela passava o dia a transpor em palavras a vida , de tal modo que suas palavras viravam remédio para quem as ouvia: elas eram cura também.
Certo dia, porém , o paciente da janela emudeceu. Chamaram a enfermeira. Ela constatou, sem surpresa, que ele havia morrido. Só então os outros souberam que o homem da janela era o mais doente entre eles. Agora, cada um queria que a própria maca fosse colocada perto da janela, aquele lugar “privilegiado” , mas concordaram que para lá fosse o doente de sensibilidade embotada . Só lhe fizeram uma exigência: continuar as narrativas. “ Farei melhor que o poeta que aqui estava !”, gabou-se.
Quando ele olhou pela janela, porém, ficou mudo...Perguntaram : “o que houve!?” Então, ele disse: “em frente à janela não há mar, paisagem ou praça. Há apenas um muro cinza... Um espesso muro cinza”, repetiu. Ele só conseguia dizer a palavra mais sem vida que existe : aquela que apenas repete o que está dado. Pois era verdade: sempre houve aquele muro.
O muro cinza simboliza tudo aquilo que nos rouba a visão de horizontes, horizontes que nos estão fora e dentro, mesmo que ainda em esboço, virtualmente. Poesia é criar palavras, sentidos e dizeres que abram linhas de fuga para a vida com força libertária mais potente do que as marretas.
“É preciso transver o mundo” (Manoel de Barros).